Buscar

domingo, 6 de septiembre de 2009

Eduardo Galeano


Teología/1
El catecismo me enseñó, en la infancia, a hacer el bien por conveniencia y a no hacer el mal por miedo.
Dios me ofrecíaa castigos y recompensas, me amenazaba con el infierno y me prometía el cielo; y yo temía y creía.
Han pasado los años. Yo ya no temo ni creo. Y en todo caso, pienso, si merezco ser asado en la parrilla, a eterno fuego lento, que así sea. Así me salvaré del purgatorio, que estará lleno de horribles turistas de la clase media; y al fin y al cabo, se hará justicia.
Sinceramente: merecer, merezco. Nunca he matado nadie,es verdad, pero ha sido por falta de coraje o de tiempo,y no por falta de ganas. No voy a misa los domingos, ni en fiestas de guardar. He codiciado a casi todas las mujeres de mis projimos, salvo a las feas, y por lo tanto he violado, al menos, en intención, la propiedad privada que Dios en persona sacralizó en las tablas de Moisés: No codiciarás a la mujer de tu prójimo, ni a su toro, ni a su asno...Y por si fuera poco, con premeditación y alevosía he cometido el acto del amor sin el noble propósito de reproducir la mano de obra.
Yo bien sé que el pecado carnal está mal visto en el alto cielo; pero sospecho que Dios condena lo que ignora.
Extraido de El libro de los abrazos(1989)

No hay comentarios: