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martes, 7 de junio de 2011


Carta a Rodolfo Walsh
Pese a que nací el mismo año que Rodolfo Walsh, siempre lo consideré un maestro. Pese a su asesinato por los sicarios de Massera, Rodolfo sigue hoy más vivo que nunca a través de sus escritos y su ejemplo. Por eso, en el aniversario de su muerte le escribí una carta sabiendo de antemano que me va a responder desde sus libros, cada vez que yo los vuelva a releer. Esta fue mi carta:
Osvaldo Bayer
"Querido Rodolfo:
Tu carta a la Junta Militar lo previó todo, denunció todo, dijo todo. La escribiste aquí, en tierra y de frente. Basta comparar tus límpidas, escuetas verdades, con el último decreto de los militares que decretó la autoamnistía de los generales en huida, el firmado por aquel Bignone, el único oficial de la historia que entregó a sus propios soldados para que los asesinaran. Vos, con la palabra allí, de frente, sin moverte. Los generales con sus picanas, sus pentonavales, sus capuchas, que ya pensaban en la fuga. Desde el momento en que cerraste el sobre con tu misiva ya comenzaba la derrota del plomo. Tu palabra y tu ética, Rodolfo. Por eso tu nombre ya está en una esquina porteña. Tan pronto, contigo, la Historia hizo su selección. Vos el 'terrorista', listo a la discusión otra vez. Los occidentales y cristianos Videla, Massera y toda su cohorte de amanuenses ya en el techo de la basura de la historia, por los siglos de los siglos. Vos, sin títulos, sin premios. Es que marcaste a fuego, sin proponértelo, al resto de los intelectuales argentinos. Los hubo quienes se sentaron a la diestra del dictador a la mesa servida del triunfo de la picana y hubo otros que no oyeron ni vieron ni hablaron cuando los balazos te fueron llevando la vida. Habrás sonreído cuando leíste la nómina de intelectuales que ahora adhieren a tu recuerdo. Los que te negaron al tercer canto del gallo hoy se apresuran a aplaudirte. ¿Y que dirán aquellos científicos de las letras, faraones y mandarines de cátedras e institutos que te calificaron esteta de la muerte? Hoy se apresuran a poner tus libros en las vitrinas oficiales. Pero nunca le diste importancia a esas cosas. Con tu máquina de escribir te metiste en los intestinos del pueblo, en el dolor y la humillación de la pobrería, de los azuzados. Mientras otros se dedicaban a cuchilleros o hacían romanticismo con antiguos generales fusiladores, vos -decepcionando a los críticos literarios consagrados- te metías en la actualidad: ¡oh pecado!, y todas sus mafias. Algo imperdonable para el olimpo y los repartidores de prebendas. Pero ni reparabas en esto. Trascendías a todas las sectas de café y de cátedra. Estabas en la calle con los perros y los piojos, los jóvenes y los ilusos, eras el Agustín Tosco de las redacciones. Agustín Tosco ¿te acuerdas de ese muchachón en overol que hablaba de cosas como justicia e igualdad, dignidad y deber? Palabras que no figuran más: hoy todos nos empujamos por aparecer en tapa. Te tomaste en serio la palabra. Exageraste en eso de la verdad. Además siempre creíste que había llegado el momento de descifrar ya los jeroglíficos y las claves. Dedicabas tu tiempo a eso mientras los otros trepaban, trepaban. En una sociedad maestra del trepar soñabas con implantar normas que permitieran un país donde todos tuvieran una canilla con agua y maceta con malvones. ¿Por qué tu insistencia si ya se había demostrado que todos esos intentos terminaban como le fue a Rosa Luxemburgo, con un balazo en la nuca y con el rostro en un charco de lodo? Cometiste otro gran error que tampoco los mandarines de las letras podían perdonarte: hiciste la mejor literatura con un estilo directo, claro, preciso, como el de un maestro primario rural. Te entendían y te entienden todos. Rompiste el mito sagrado que un intelectual debe ser un travesti de las palabras y no un sembrador de quimeras y rebeldías. Tu más grande pecado fue hacer arte literario puro con sólo los siete colores primarios.
Te arrojaron vivo al mar, te enterraron como NN, te quemaron en una pira. Y aquí estás, en medio de Buenos Aires. Tan rápido la historia puso las cosas en su lugar. Pero éste es el primer paso. Porque ahora queremos saber el nombre y apellido de tus asesinos. En sí, ya los sabemos pero exigimos que lo digan los jueces y el gobierno. Porque no vayamos a creer que todo se arregla con una plazoleta. Porque seria cínico si no pusiéramos aquí también, en una placa, el nombre de tus asesinos. No aceptaríamos que los jueces nos digan que ya no es posible por las leyes de punto final y obediencia debida. Porque en ese caso tendríamos que poner el nombre de los que te asesinaron por segunda vez: los legisladores que votaron esas leyes, el espurio salvoconducto del crimen. Pero no nos mintamos. Si hoy estuvieras vivo te calificarían con los remoquetes que acostumbra el 'peronista' que está en la Casa Rosada: 'ultraizquierdista' o 'infiltrado al servicio de los intereses extranjeros'. Pero vos seguirías imperturbable. ¡Las cosas que tendrías que decir! Vos que estuviste en aquella CGT de los Argentinos tendrías tanto que hablar del señor Cassia y de la flexibilización, y de la venta de armas para matar a otros latinoamericanos, y de los bastones largos contra los pañuelos blancos de las Madres, y de los ministros de la dictadura que te asesinó y que hoy son ministros de la democracia... y de los pibes en las calles que jamás tendrán un canilla con agua y una maceta con malvones. Por algo quisieron silenciarte. Pero no lo lograron. Tus libros están de nuevo en bibliotecas y colegios. Con ellos se formarán nuevos curiosos de la verdad. Porque la ética es como una cadena sin fin que viene desde el comienzo de la Historia. Y gracias a esa ética y gracias a los Rodolfo Walsh que se fueron dando la mano, hoy todavía hay vida en este mundo. Gracias Rodolfo. Qué alegría nos ha dado el verte de nuevo entre nosotros, para siempre".

Transcrita por Leonardo G. Vita el 6 de abril de 1995 de Página/12 del primero de abril de 1995

lunes, 18 de abril de 2011

DIPUTADOS Y SENADORES LE PIDEN A LA PRESIDENTA QUE INTERVENGA EN LA CAUSA QOM

Que la presidenta intervenga en la causa QOM

l Lunes, 18 de abril de 2011
Legisladores y senadores suscribieron carta dirigida a la Presidenta de la Nación, Cristina FernándezEl diputado nacional por Movimiento Proyecto Sur Jorge Cardelli

A casi cuatro meses del acuerdo firmado entre el los ministerios del Interior y de Justicia, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) y la Dirección de Parques Nacionales, no se ha avanzado en la resolución de ninguna de las problemáticas que padecen los miembros de esta comunidad.

los senadores Rubén Giustiniani, María Rosa Díaz y Norma MorandiniAdrián PérezLisandro VialeRicardo Gil LavedraGraciela Iturraspe del Interbloque Movimiento Proyecto SurEduardo MacaluseVictoria DondaCecilia MerchánClaudio LozanoFernando “Pino” Solanas

“Sigue en pie el exterminio a los pueblos originarios, no hay un reconocimiento real y el conflicto se agrava porque cada vez están más organizados para defender desde un sentido identitario la tierra; quienes los atacan, los desalojan y los matan sólo ven en esas hectáreas una mercancía y la reproducción de su propia plusvalía”, sostuvo Cardelli al asegurar que el silencio del gobierno nacional y provincial los vuelve cómplices.

LOS HECHOS
Tras cuatro meses de corte de la Ruta Nacional 86, el día 23 de noviembre del corriente se presentó en el lugar del conflicto el Sr. Celias, Terrateniente de la Zona, junto a su abogado con el objetivo de echar por medios violentos y con armas a quienes cortaban la ruta. Ante la situación, el Pueblo Qom solicitó auxilio a la Policía de la Provincia que estaba apostada en la ruta. Dejando desamparados a los manifestantes, la Policía no hizo nada. En cambio, procedió a denunciar la desaparición de dos armas ante el Juzgado de Instrucción y Correccional de la Ciudad de Clorinda. Alegando una orden del Juez Mouriño para la pesquisa de los miembros del Pueblo Qom que estaban en la ruta, ingresaron a Jurisdicción Federal, reprimieron y asesinaron a los manifestantes.

lunes, 31 de enero de 2011